viernes, 1 de julio de 2022

Malas palabras


Se llevó el balón

el amigo de infancia,

el chaval que me enseñó

a transformar las palabras

de impropios sinónimos

con que liberar el alma.

 

Voló tan lejos que no pude alcanzarlo,

tan alto, que no dejé de mirar al cielo,

siempre atento, por si en algún momento

Ícaro daba nuevas de él.

 

Quedé llorando al lado del campo

y una tarde -quizás de verano-

la nostalgia puso huevos en mi corazón.

 

Y ahí surgió,

de la más profunda soledad,

entre oscuros girasoles,

del llanto de infancia,

en la espera irresuelta...

...la poesía.

 

Las plumas que no pudieron volar

atrapadas en grandes peceras,

la muchacha que no quiso bailar

las peleas de los padres

en sus grotescas escenas.

 

La poesía,

que dio pan a mi alma,

que me dio abrigo para largas ausencias;

que le puso nombre al poeta,

que me dio silencio, calma, banderas.

 

La poesía,

que protegió al niño

y dio manos al hombre;

 

calor de hogar,

llama eterna,

refugio, altar.

 

La poesía

me devolvió el balón,

con remanso y girasoles

para compartir

los impropios sinónimos,

que un aprendí

en aquellos días venturosos

de la ternura

en la infancia.

No hay comentarios: